domingo, 17 de abril de 2011

Reflexiones sobre nuestra educación en la UNI y lo que ahora tenemos

A cargo de Siro Sánchez Cebrián (1975-1978):

(...)
Lo queramos o no, y duela a quien duela, "los Laborales" fuimos un colectivo de jóvenes con las ideas y aspiraciones muy claras e ilusionantes.
Lo seguimos siguiendo, pero ya visto desde otro punto de vista, quizá más relajado porque "los deberes están, es su gran parte, hechos, y además bien".
Ahora toca vivir y disfrutar de aquellos preciosos recuerdos, irrepetibles e inolvidables, porque "las Laborales" fueron una magna obra, insuperable, inteligente, honesta y perfectamente planteada, con sus puntos mejorables, obviamente, como casi todo es esta vida, pero yo, que he estudidado en dos Universidades "normales" más, además de en la UNI de córdoba y en la de Cheste -Valencia-, y de vivir los estudios llevados a cabo por mi hija en 3 Universidades "normales" puedo afirmar, con sobrados conocimientos de causa, que la formación universitaria actual no tiene nada que ver, en ningún aspecto, con la insuperable obra que nosotros vivimos durante aquellos años, en absoluto, y no me vale el dicho "bienpensante" de que son épocas distintas, no, porque, precisamente por eso, la formación actual debería haber superado a aquella "por goleada", y no sólo no ha sido así, sino que no le iguala en nada.

Mira, amigo Juan Antonio, tú sabes que antes, para estudiar en "las Laborales" se debían cumplir, entre otros requisitos, los siguientes, por orden de preferencia y exigencia, a saber:



1) Querer estudiar. Si un alumno no quiere estudiar no hay nada que hacer. Ahora parece que todo el mundo ha de estudiar, lo quiera o no, con lo que sólo se consigue gastar inútilmente recursos públicos y que no estudie el alumno obligado a ello, ni deje estudiar a los que sí quieren hacerlo. Esto no se quiere reconocer por un falso y necio igualitarismo , así nos va. Antaño sólo estudiaba, con recursos públicos, el que quería hacerlo y era merecedor a tal distinción. No hay nada más injusto que tratar por igual dos realidades que son objetivamente distintas entre sí; suena duro, lo sé, pero es así.

2) Valer para estudiar. Todos sabemos que no todo el mundo vale para estudiar, como se decía antes. Si quieres estudiar, pero no vales para ello, no conseguiremos casi nada positivo, gastaremos tiempo, dinero y esfuerzo, sin resultado óptimo. Antes sólo estudiaba, con recursos públicos, el que, queriéndolo hacer, valía para ello y lo demostraba en las pruebas selectivas preparadas para ello.


3) Merecerlo. Antes, los recursos públicos educativos iban destinados a los estudiantes que, queriendo y valiendo para estudiar, merecían, por su débil economía familiar y social, dichas ayudas. Así el estudiante valoraba su esfuerzo personal hecho y la bondad de la sociedad para con él. El resultado era, casi siempre, positivo en todos los aspectos imaginables. Ahora, sin embargo, como todo lo educativo es gratis, se valga o no para estudiar, y además no se valora nada la formación humana, el fracaso es total; lo vemos a diario, salvo honrosas excepciones. En nuestra preciosa etapa sólo estudiaba, con recursos públicos, el que socialmente lo merecía y cumplía otros preceptos, señalados anteriormente, entre otros.


Lo que es gratis aumenta su gasto y consumo de forma exponencial, hasta agotar los recursos disponibles, lo que produce el colapso de la administración encargada de su gestión. Esto no lo queremos reconocer por un falso buenismo, así nos va. La crisis actual es, en parte, el resultado de una política suicida dedicada a invertir ingentes cantidades de recursos públicos donde jamás se deberían haber invertido.



4) Cumplir los tres requisitos anteriores, durante toda la etapa formativa. Es decir, debías querer estudiar, valer para ello, merecerlo socialmente y demostrarlo permanentemente durante toda la etapa formativa elegida, porque de lo contrario, a la primera de cambio, dejabas de disfrutar la distinción de becario. Era duro, pero justo. Con esta política se lograba formar hombres integrales, capaces de conseguir el reto personal propuesto, que conocían el valor del esfuerzo y el de ser hombres depositarios de valores y principios eternos, de reconocida valía en todos los aspectos de la vida.

Hoy, salvo excepciones, todo es blandito, discutido y discutible, de valor relativo, donde la realidad es vista y vivida dependiendo del entender particular de la persona en cuestión y no desde los conceptos sagrados del bien común y el interés general. Además la cultura ya no es considerada útil, porque "todo está en Internet", a un paso de un "Click", y la profesión no se considera, en muchos casos, un medio de vida y una vocación, sino un concepto vago y molesto porque hay otras formas de ganarse el sustento diario; sólo tenemos que ver la televisión y otros medios de comunicación, y escuchar a algunos niños para ver que, en parte, lamentablemente tengo razón. Hoy es importante ser famoso y que todo el mundo te conozca, obviamente hay muchas personas entregadas a su formación personal integral, faltaría más, pero, en parte, la educación ha dejado de ser considerada un medio de promoción social.


Dicho todo lo anterior con los debidos respetos y sin ánimo alguno de molestar, u ofender, a nadie, ni a institución alguna, simplemente he intentado exponer mi opinión, que puede ser equivocada, en parte o totalmente, pero es lo que siento profundamente.


Recibe un abrazo, amigo, e insisto una vez más: estás llevando a cabo una labor impagable, admirable de verdad, te doy infinitas gracias por ello.


Siro.



4 comentarios:

  1. Mi conlaboral Siro, el mérito es "deberívoro", en el bien decir del padre Gago y, por lo general, nadie nos quita lo que nos merecemos, porque nadie devorará por nosotros nuestros deberes. Digo esto a tenor de tus cabales reflexiones, pues es cierto que no se hace aprecio ni se tiene por valor lo gratuito, y, en nuestro caso nada se nos dio de balde, afortunadamente, ni una sola décima en las notas, por ejemplo, cuando hoy, las evaluaciones discurren en valoraciones -que no valores- de considerandos ajenos a capacidades y deberes con el estudio, que es o debería ser la ocupación natural del estudiante, como el curro lo es del currante, y esto viene a serlo de tal torticero modo que muy bien puede estar el expediente de numerosos alumnos atiborrado de notas infladas que encubren y distorsionan la real inflacción de ignorancia y desprecio, la realidad devaluada del estudio. Entre nosotros, era de admirar el compañero que sabía más que nosotros, el profesor que nos cautivaba, en fin, esa diferencia que sin ser exclusiva ni excluyente te distinguía sin ser distinto. Hoy,"el derecho a vivir y a triunfar se conquista con las mismas armas que el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación. El mundo pertenece a los estúpidos, a los agitados y a los insensibles" (Pessoa) Hoy por hoy, los estudiantes en su inmensa mayoría gastan su tiempo y sus recursos y energías en saber cuidarse pero no se cuidan de saber, piensan sobre todo en quedar, pero no quedan para pensar, eso ya lo hacen "otros" por ellos.
    Y así van las cosas.

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  2. Amigo Antonio Bravo:

    Ciertamente tu escrito es una descripción fidedigna de la triste realidad que sufrimos.

    Este razonamiento que reseñas: "Hoy,"el derecho a vivir y a triunfar se conquista con las mismas armas que el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación. El mundo pertenece a los estúpidos, a los agitados y a los insensibles" (Pessoa)"; me ha hecho reír mucho, pero debo reconocer que es real y exacto, ciencia pura.

    Amigo Antonio, comparto tu opinión, bien fundamentada y rigurosamente expuesta, y te doy gracias por haber expresado, en este blog, tu respetuosa y sensata reflexión sobre la educación integral que recibimos en nuestra amada UNI.

    Recibe un abrazo.

    Siro.

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  3. Esteban Paniagua Sánchez19 de abril de 2011, 18:10

    Comparto todo lo escrito por Siro, por Antonio y por Sisance. Y si a los requisitos para estudiar en las "laborales" unimos lo que se nos entregaba, que Javier Narbaiza recoge con total exactitud en su libro, al que ahora no encuentro en la página para remitiros a él, tendremos el por qué de las Universidades Laborales y sus objetivos. Objetivos que, sin ser triunfalistas ni estar adoctrinados políticamente, se cumplieron con la vida de miles de jóvenes al terminar los estudios de oficialía, maestría, ingeniería e ingeniería superior. Y una prueba de ello la tenemos en las fichas de los que componen esta página.

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  4. Amigo Esteban Paniagua Sánchez:

    Así es amigo, comparto tu exposición. Al respecto escribiré pronto sobre ciertas mentiras que algunas mentes portentosas cuentan, en algunos escritos que circulan por internet, en los que se nos ataca diciendo, entre otras lindezas, cosas como: que somos "hijos" de un régimen, que se nos adoctrinaba política y religiosamente, que se nos "desclasaba", que se nos aislaba de la familia, que tenemos deficiencias en nuestras relaciones sociales porque sufrimos al no convivir con chicas, que somos producto de una educación totalitaria y militarizada.

    Obviamente reconozco que no somos perfectos, Dios nos libre de serlo, pero lo que nadie puede negar es que nosotros, a pesar de nuestros defectos, somos gente que reconocemos el valor indiscutible de ciertos principios morales que hoy se rechazan por considerarse pasados de moda e incómodos, pero que la historia ha demostrado sobradamente que son necesarios para el desarrollo social, económico y cultural de un país.

    Yo, que fui "Laboral" durante seis años, no viví "el martirio" que algunos dicen que se sufría en las "Laborales". Quizá esas doctas personas se percataron, de ese infierno, desde la calle, sin necesidad de ser "Laboral".

    En fin, algunos tienen que pagar cierto peaje para ser considerados modernos y gozar de las ventajas de serlo, de ahí esas críticas injustificadas. Queda muy majo machacar el pasado e idolatrar el presente. Ni todo el pasado fue malo, ni todo el presente es estupendo, ni al contrario.

    Finalizo, los que viven de criticar sin fundamento casi siempre hablan de lo que no han vivido, ni conocen de cerca, lo vemos a diario en asuntos diversos.

    Un saludo, amigo.

    Siro.

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